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LA ESTATUA DE LA LIBERTAD
Construcción de la antorcha de la Estatua de la
Libertad en
los talleres de París. |
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Quizá sea la Estatua de la Libertad la escultura de
raigambre masónica más célebre de nuestra reciente historia del
arte. Airosa de líneas, magnífica en su concepción, obra maestra
de ingeniería por añadidura, la colosal figura enarbola una
antorcha cuya luz, espiritual amén de material, derrama hasta los
confines del mundo. Estandarte de libertad para todos los hombres,
con independencia de su credo y su origen, símbolo por antonomasia
de la verdad, la tolerancia y la justicia, se erige a la entrada
del puerto de Nueva York, de cara a Europa, como luminaria
axiológica de la civilización occidental contemporánea.
Su ascendencia sincrética la hace heredera de antiguas deidades,
como la Isis de Egipto, la babilónica Ishtar o la griega Astarté.
De su rostro hierático y un tanto arcaico se ha dicho que pudo
haber sido inspirado por aquel de la madre del artista o por las
facciones de una de las bellezas de la época, Isabella-Eugénie
Boyer, esposa del rey de las máquinas de coser, Isaac Merrit
Singer. Se nos muestra ataviada con un peplo, que cabe imaginar
purpúreo, y tocada con una tiara de siete puntas, dispuestas en
semicírculo, a guisa de arco celeste de ciento ochenta grados,
cual trasunto de los siete continentes y los siete mares. En la
mano izquierda sostiene la tabla de la Ley, cuyos caracteres
incisos en cifras romanas rememoran la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos de América: “JULY IV MDCCLXXVI”.
A sus pies, ya rotas, las cadenas nos remiten a la emancipación
humana. Los tres escalones del pedestal sobre el que descansa se
corresponden con los tres grados masónicos: aprendiz, compañero y
maestro. Tal
pedestal se levanta a su vez sobre un zócalo preexistente en forma
de estrella irregular de once puntas.
La Estatua de la Libertad es la obra cumbre de un artista
visionario y masón universal: el escultor Frédéric Auguste
Bartholdi (Colmar, 1834-París, 1904).
Parece ser que
el proyecto de levantarla se fraguó en el verano de 1865
durante una velada en la casa del jurista y político francés
Édouard René de Laboulaye (1811-1883), en Glavigny, cerca de
París; entre la concurrencia se hallaban Oscar y Edmond de
Lafayette, descendientes del célebre marqués del mismo nombre, el
historiador y masón Henri Martin (1810-1883), y el propio
Bartholdi, que a la sazón estaba realizando un busto del
anfitrión. Fue Laboulaye quien tuvo la idea de que los franceses
ofrecieran un monumento a los Estados Unidos como conmemoración
del centenario de la independencia norteamericana así como
testimonio de la ya antigua alianza entre ambos países. Se ha
especulado con la posibilidad de que tan espléndido gesto
encubriera como segunda intención la de subrayar el contraste
entre las libertades norteamericanas y el régimen represivo del
Segundo Imperio francés. Sea como fuere, el joven Bartholdi quedó
seducido tanto por la grandeza de la idea como por el reto que su
posible ejecución había de suponer para su talento.
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Montaje de la Estatua de la Libertad en
los talleres de París. |
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El proyecto quedó en el aire durante los últimos años de gobierno
de Napoleón III y aquellos de la guerra Franco-Prusiana.
Terminada ésta,
Laboulaye, Lafayette, Henri Martin, el marqués de Noailles y el de
Rochambeau resucitaron el proyecto y sugirieron a Bartholdi que
visitara América para gestionar la ofrenda del monumento, ofrenda
que debía verificarse el 4 de julio de 1876, fecha del centenario
de la Declaración de Independencia.
Armado con un
puñado de buenas intenciones y varias cartas de recomendación, el
escultor partió por vez primera a los Estados Unidos en junio de
1871. Dícese que apenas tenía un boceto del monumento que avalara
el proyecto y que fue mientras iba descubriendo la bahía de Nueva
York, al borde del Pereire, cuando tuvo la visión de una
diosa que, sosteniendo una antorcha, diera la bienvenida a los
inmigrantes que llegaran a esa nueva tierra de promisión. Y
cuentan que rápidamente se hizo con lápiz y pinceles y abocetó en
acuarela la idea de una Estatua de la Libertad que superara
la idea de simple monumento para convertirse en referente de gran
valor moral.
Pese a que esta bella historia ha quedado en entredicho por mor de
un primer esbozo en terracota modelado por Bartholdi en 1870 y que
actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Lyon, lo
cierto es que ese primer viaje sí fue decisivo para la elección de
la
isla de Bedloe, (“isla de la Libertad”, desde 1956) como ubicación
de la estatua, cuestión que debió de tratar ya el escultor en la
entrevista que mantuvo con el presidente norteamericano Ulysses
Simpson Grant el 18 de julio de 1871.
Por mutuo
acuerdo entre ambos países, Francia se encargó de la construcción
y ensamblaje de la figura mientras que Estados Unidos llevaría a
cabo la edificación de su pedestal.
Para hacer frente a la financiación de la escultura, se fundó en
París la Unión Franco-Americana que, en el otoño de 1875 y bajo la
dirección de Henri Martin, comenzó la campaña de su promoción por
medio de artículos periodísticos, espectáculos, banquetes y
loterías. Gracias a las donaciones de 100.000 particulares, muchos
de ellos masones, del Gran Oriente de Francia, de numerosas
ciudades y varias cámaras de comercio, hacia 1880 ya se habían
conseguido recaudar suficientes fondos para la estatua. Bartholdi
acometió su montaje en los talleres parisinos de la rue
Vavin. Se encargó al ingeniero Gustave Eiffel el diseño de la
estructura interna de la estatua y a la firma Gaget-Gauthier la
fabricación de las planchas de cobre que habían de conformar su
superficie exterior.
Bartholdi pertenecía a
la masonería desde su ingreso, en 1875, en la logia "Alsacia-Lorena".
Sus hermanos de este taller fueron testigos de primera mano de la
génesis de la Estatua de la Libertad y ello hasta el punto
de que, una vez
concluida el 21 de mayo de 1884 y antes de mostrarla al comité
estadounidense, Bartholdi les solicitó su opinión previa, de tal
suerte que, como si se tratara de un peregrinaje, fueron en bloque
a visitarla el 19 de junio. En una cena celebrada el 4 de julio de
ese mismo año la estatua sería formalmente presentada a Levi
Parsons Morton, embajador norteamericano en Francia y al vizconde
Ferdinand de Lesseps, cabeza de la Unión Franco-Americana. De la
relación de la logia "Alsacia-Lorena" con la escultura da fe
asimismo una conferencia que pronunció el escultor el 13 de
noviembre de 1884 en la que compartió con sus hermanos los
detalles del proceso y método de ejecución.
Mientras tanto,
se proyectaba en Norteamérica la construcción del pedestal. La
recaudación de fondos para llevar a cabo tal empresa se encontraba
bajo la responsabilidad del Fiscal General y presidente del Comité
Americano William Maxwell Evarts, si bien fue Joseph Pulitzer, el
editor y propietario del New York World, quien, gracias a
su influencia mediática, consiguió mayores logros en este sentido.
Coincidiendo con el aniversario del nacimiento de George
Washington del año 1877, el
Congreso de los
Estados Unidos dio su aprobación para
el levantamiento del monumento y el Presidente Rutherford Birchard
Hayes autorizó para escoger un terreno apropiado al general
William Tecumseh Sherman quien,
haciendo realidad los deseos de Bartholdi, se decantó por la isla
de Bedloe.
El 5 de agosto de 1884 tuvo lugar la colocación de la primera piedra del
pedestal de la estatua de la Libertad que se hizo según el rito masónico.
Asistieron más de un centenar de masones. El arquitecto principal del
pedestal, Richard Morris Hunt, presentó las herramientas de trabajo al Gran
Maestro, William A. Brodie, el cual las distribuyó por turnos a los
oficiales de la Gran Logia de Nueva York, el Diputado Gran Maestro, Frank R.
Lawrence, el Primer Gran Vigilante, John W. Vrooman, y el Segundo Gran
Vigilante, James Ten Eyck |
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Permítasenos
analizar con especial detenimiento un momento de gran interés
masónico como fue la ceremonia que se celebró con motivo de la
colocación de la piedra angular del pedestal de la estatua. Era
tradición en América la celebración de ritos masónicos con ocasión
de la colocación de la piedra angular en grandes edificios,
públicos y privados, como ejemplifica que el 18 de septiembre de
1793 George Washington colocara personalmente la piedra angular de
la capital de los Estados Unidos, con la asistencia de la Gran
Logia de Maryland. Siguiendo esta costumbre, William M. Evarts
contactó con la Gran Logia de Masones Libres y Aceptados del
estado de Nueva York y solicitó la celebración de un acto masónico
para la ocasión. La invitación de Evarts debe considerarse,
empero, como algo más que la manifestación de la influencia local
de la masonería o la mera continuación de una práctica nacional.
En este sentido, la presentación y levantamiento de la Estatua
de la Libertad tuvieron una repercusión internacional y el
hecho de delegar la colocación de su piedra angular a la hermandad
masónica puede estimarse como un digno tributo ofrecido a todos
los hombres libres de elevados principios y reconocido prestigio.
Se señaló el 5
de agosto de 1884 como fecha para la ceremonia que, pese a una
lluvia inclemente, se celebró siguiendo un meticuloso ritual. El
buque Bay Ridge profusamente decorado con la bandera
tricolor francesa y las barras y estrellas norteamericanas
transportó a la Isla de Bedloe a un centenar de miembros de la
Gran Logia de Nueva York, así como a otras personalidades
masónicas. A causa de la limitación de espacio, el tradicional
desfile masónico fue omitido y el programa comenzó tras la
interpretación por una banda militar de La Marsellesa y la
canción patriótica Hail Columbia. El arquitecto principal
del pedestal, Richard Morris Hunt, presentó las herramientas de
trabajo al Gran Maestro, William A. Brodie, el cual las distribuyó
por turnos a los oficiales de la Gran Logia, el Diputado Gran
Maestro, Frank R. Lawrence, el Primer Gran Vigilante, John W.
Vrooman, y el Segundo Gran Vigilante, James Ten Eyck. Entonces el
Gran Secretario, Edward M. L. Ehlers, leyó la lista de objetos
incluidos en un cofre de cobre que se depositó bajo la piedra
angular: una copia de la Constitución de los Estados Unidos; otra
del discurso de despedida de George Washington; veinte medallas de
bronce de presidentes estadounidenses, entre las que se incluían
las de Washington, Monroe, Jackson, Polk, Buchanan, Johnson, y
Garfield (todos ellos conspicuos masones); ejemplares de
periódicos de la ciudad de Nueva York; un retrato de Bartholdi;
una copia del Poema a la Libertad, de E.R. Johnes; y una lista en
pergamino de los oficiales de la Gran Logia.
Pedestal de la Estatua de libertad
erigido siguiendo el ritual masónico tradicional |
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Siguiendo el
ritual de rigor, la piedra angular fue probada, tras lo cual el
Diputado Gran Maestro completó el trabajo aplicando el mortero y
situándola firmemente en su lugar. William A. Brodie la golpeó
tres veces con un martillo y certificó que estaba debidamente
colocada. Acto seguido, los elementos de la consagración
—cereales, vino y aceite— fueron presentados por los citados
Lawrence, Vrooman y Ten Eyck.
El Gran Maestro
disertó brevemente sobre la relevancia de la hermandad masónica,
tanto en ese acto concreto como, de modo más general, en la
liberación de los hombres de las trabas y cadenas de la ignorancia
y de la tiranía. El principal discurso corrió a cargo del Diputado
Gran Maestro Lawrence quien afirmó que las gigantescas
proporciones de la estatua habían por fuerza de quedar eclipsadas
ante la nobleza y elevación de la idea que encarnaba: la Libertad
como sendero hacia la civilización, como la principal y más noble
aspiración del ser humano.
El 17 de junio de 1886 y a bordo de la fragata francesa Isère,
la escultura llegó a
Nueva York
donde recibió una acogida triunfal por
parte de los neoyorquinos. Para hacer posible su transporte había
sido desmontada en 350 piezas, divididas en 214 cajas. Una vez en
tierra americana sería ensamblada sobre su nuevo pedestal,
operación que se llevó a cabo en cuatro meses.
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Placa colocada el 5 de agosto
de 1984 por la Gran Logia de Nueva York en la Estatua de la
Libertad en conmemoración del centenario de la colocación de la
piedra angular de su pedestal, 1884-1984. |
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El monumento
fue inaugurado el 28 de octubre de 1886. El acto contó con la
presencia de seiscientos invitados, muchos de ellos masones,
millares de espectadores y un multitudinario desfile en el que
también participaron las logias locales. En nombre del pueblo
francés, Ferdinand de Lesseps ofreció la escultura al líder del
Comité Americano, William M. Evarts. Acto seguido, tanto la figura
como su pedestal
fueron presentados ante al presidente Stephen Grover Cleveland,
quien, en nombre de los Estados Unidos, los aceptó agradecido.
Bartholdi tiró entonces de un lazo de seda descubriendo así el
rostro de la escultura del velo tricolor que lo cubría. La
ceremonia fue coronada por un discurso del senador Chauncey
Mitchell Depew, uno de los más famosos oradores de la historia de
los Estados Unidos y miembro activo de la Logia Kane, n.º 454, así
como por la bendición de Henry C. Potter, Obispo de la Iglesia
Episcopal de la diócesis de Nueva York.
Ya de regreso en Francia, es sabido que Bartholdi hizo partícipes
a los miembros de la logia "Alsacia-Lorena" de la fervorosa
acogida que en los Estados Unidos habían dispensado a la
Estatua de la Libertad.
Inscripción en conmemoración de la
ceremonia masónica de colocación de la primera piedra angular del
pedestal de la Estatua de la Libertad el 5 de agosto de 1884
auspiciada en agosto de 2011 por las Grandes Logias de Nueva
Jersey y Nueva York representadas por sus Grandes Maestros Glenn
R. Trautmann y James Sullivan |
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Dada la popularidad del monumento no es de extrañar que se
encargaran diversas réplicas del mismo, como la ofrecida a la
ciudad de Poitiers por suscripción pública y bajo la iniciativa de
las logias masónicas de la región de Vienne. Otras copias, también
en escala reducida, se encuentran en París: en el puerto de
Grenelle, de la Isla de los Cisnes; en el Jardín de Luxemburgo,
del lado de la rue Guynemer; y en el interior del Museo de
Artes y Oficios.
Dr. Pelayo
Jardón
Profesor Tutor
de la UNED
Bibliografía y enlaces de interés:
-Daily Globe, St. Paul, Minnessota, February, 9, 1884, p.
5.
-"The Bartholdi Pedestal. Its corner-stone laid in the rain.
Masonic ceremonies. Speeches by Consul-General Lefaivre and
W.A.Butler", New York Daily Tribune, New York, Wednesday,
August, 6, 1884, p. 8.
-"To aid the Bartholdi Pedestal Fund", New York Daily Tribune,
New York, Wednesday, September, 24, 1884, p. 8.
-"Visiting his great work. M. Bartholdi goes to Bedlow's Island",
New York Daily Tribune, New York, Tuesday, October, 26,
1886, p. 4.
-"World lighting liberty. The Bartholdi statue unveiled.
Completion of the great work on Bedlow's Island", New York
Daily Tribune, Friday, October, 29, 1886, p. 1.
-Singer,
R. C., Masonry and the Statue of Liberty. Disponible
en:
http://www.masonicworld.com/education/articles/Masonry-and-the-statue-of-liberty.htm
http://secretebase.free.fr/complots/edifices/statueliberte/statueliberte.htm
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